jueves, 7 de agosto de 2008

El proceso a Molano

Por Óscar Collazos - Columnista de El Tiempo – 8 de Junio de 2008

En el proceso a Alfredo Molano se compromete la libertad de información y de prensa

Lo que se falle legalmente compromete a la democracia y medirá el alcance de la libertad de información y opinión.

Volví a leer la columna de Alfredo Molano publicada en El Espectador el 25 de febrero de 2007. Puede encontrarse en Google si se digita 'Araújos et al', título del texto que dio origen a la demanda por calumnia e injuria interpuesta por miembros de la familia Araújo de Valledupar.
Se trata de una columna de gran valor civil. Las dos familias mencionadas no tienen lazos de consanguinidad, pero ambas son citadas como ejemplo de "esa rancia cúspide regional acostumbrada a manejar haciendas, predios, casas comerciales y oficinas públicas con los mismos criterios especulativos y endogámicos".
El artículo no es una acusación directa contra los Araújo de Valledupar o los Araújo de Cartagena, sino una mención de "notables" de ambas ciudades. Es una contundente nota de pie de página a uno de los tantos libros que podrían escribirse sobre la "Historia empresarial y política de la región caribe."
Lo que Molano destaca es el vínculo de los negocios con la política y los procedimientos que han servido para que la política de los apellidos contribuya al éxito de los negocios. No hay que remontarse a un pasado muy remoto: los poderes políticos y empresariales de numerosas familias de notables -del Caribe y otras regiones de Colombia- constituyen un tejido de privilegios que vuelve leves y superables las más graves violaciones de la ley.
Me llamó la atención el uso simbólico que Molano hizo de la palabra 'endogámico'. Endogamia es "la práctica de contraer matrimonio personas de ascendencia común o naturales de una pequeña localidad o comarca". De allí que las prácticas endogámicas del caciquismo no violen el tabú del incesto, sino el mandato de las leyes. De estas alianzas endogámicas no nacen hijos con rabo de puerco, pero se engordan vellocinos de oro.
Los columnistas de opinión hemos aprendido que cuando dejamos en la ambigüedad alguna frase o nos permitimos analogías inconvenientes, no nos exponemos al reproche del editor, sino a la condena del juez. Por eso creo que quienes demandan a los periodistas por calumnia e injuria y quienes acopian "pruebas" para acusarlos, deberían aprender primero a leer correctamente.
Por haber sido demandado, sé que los demandantes leen muy mal y con los ojos mejor puestos en sus nombres que en el contenido del texto que los menciona. Se defienden sin que los ataquen o sólo porque los cobijan bajo un manto de sospechas, derivadas de actuaciones ventiladas públicamente. Si "los notables" de que habla Molano fueran persona natural, habría motivos para querellarse contra el columnista.
¿No es una nefasta costumbre de "los notables" tener bien agarradas las riendas de los poderes político, burocrático y económico de su región, capital indispensable para amarrarse a idénticos poderes en la nación, incluyendo los poderes que deciden en la justicia y en las leyes? Escojan ustedes los ejemplos y verán.
Lo que exaltó la susceptibilidad de la familia querellante no fue tanto la relación que el escritor estableció entre política, negocios y criminalidad, sino el hecho de que miembros jóvenes y viejos de esa misma familia estén en la actualidad vinculados penalmente por delitos que el escritor menciona en su columna.
Lo que suceda en adelante no puede desvincularse de un debate mucho más serio que la querella de una familia que se ha sentido injuriada por un columnista de opinión. Lo que se falle legalmente compromete a la democracia y medirá el alcance de la libertad de información y opinión en una sociedad que tolera mejor a los criminales que a los periodistas independientes.

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